lunes, 25 de agosto de 2014

㉨ Memorias de una Suicida ⊂Parte 2⊃


Acá esta la segunda parte de esta historia.
Vuelvo a agradecer a mi amiga por dejármela publicar


   - Quiero regresar, ¿qué debo hacer? - mencioné mirando el cielo gris 
  Nacho y Lourdes se miraron, ella me respondió con temor...

  - No lo intentes pequeña - me dijo 
  - ¿Por qué? ¿Qué puede pasar? - los miré a los ojos 
  - ¿Por qué tanto interés en el tema? ¿Acaso no te das cuenta? Aquí no existe el amor, no existen las mentiras, aquí no hay problemas - me preguntó Lourdes 
  - Sí... pero yo no estoy segura de ser feliz sin... - llegué a decir antes de ser interrumpida 
  - No quiero escuchar más del tema - respondió terminantemente Nacho 

  Daba vueltas al rededor de la jocosa morada, había tanta alegría, ¿por qué no se me contagiaba? Mi cuerpo ya estaba muerto pero sentía que todo aquello, toda esa tranquilidad me mataba por dentro. Tropecé con algo, al mirar el suelo una extraña puerta de madera llamó mi intención, muerta de curiosidad la abrí y noté una escalera pequeña hecha de hormigón, miré a mi al rededor, no había nadie mirando, bajé lentamente la escalera y cerré la puerta, veía el polvo moverse en cámara lenta en el aire. 
  -¿Por qué entraste? - escuché detrás de mi 
  Me di la vuelta y miré hacia donde creía que provenía la voz, un oscuro rincón. 
  - Lo siento, no creí que hubiera alguien - dije nerviosa 
  - Acércate a la luz - me ordenó 
  Sin pensarlo demasiado di unos pasos hacia adelante, la poca luz que entraba de afuera me iluminó. Se formó un raro silencio, presté atención, su respiración se volvió agitada y espeluznante. 
  -¿Quién eres? - pregunté con temor 
  Solo hubo silencio. 
  Me di vuelta y subí la escalera, iba a abrir la puerta pero ella reaccionó. 
  - Espera, espera! - me gritó 
  - Quiero verte, sal de ahí ahora - le ordené mientras ponía mi mano en la puerta por precaución 
  Caminó despacio hacia la luz, su pelo rubio lucía desalineado, llevaba un largo y holgado vestido negro, en sus orejas tenía unas hermosas caravanas de espinela. 
  - ¿Quién eres? - Le pregunté a punto de abrir la puerta 
  - Por favor espera, te he estado esperando pequeña - me dijo con una áspera voz 
  - ¿Qué quiere? - le pregunté 
  - Acércate, confía en mi ¿eres nueva verdad? - me dijo mientras se acercaba y tomaba mi mano 
  - Llegué hace poco - dije en voz baja 
 - Entonces, ¡tú todavía estás a tiempo! - me dijo entusiasmada 
  - ¿De qué está hablando? - pregunté, comenzaba a creer que estaba algo loca 
  - Aquí nada es lo que parece pequeña - cerró los ojos 
  - ¿Cómo te llamas? - dije mientras retrocedía unos pasos
  - Sabrina, mi nombre es Sabrina, no te haré daño, pero debes quedarte, debes escucharme - se acercó a mi 
  - ¿Qué? - dije 
  Ella mantuvo un pensativo silencio, me miró a los ojos y me contestó en un tono bajo... 
  - Nacho y Lourdes... Nacho y Lourdes no son lo que dicen... - susurró 
  - ¿De qué hablas? - dije 
  - Ellos no buscan refugiarte niña, te encerrarán aquí, Lourdes te torturará por gusto y Nacho abusará de ti cada noche - me contó directamente
  Fue extraño, lo que me decía era raro y conociéndome no le hubiera creído, pero hubo algo en su mirada que me indicó que no mentía. 
  - No te creo - le mentí para ver si me contaba algo más 
  - ¿Acaso tú no te sientes sola? ¿No quieres volver a tu vida anterior? Sientes que no encajas y que esto no es para ti - me preguntó 
  - Sí - le respondí sorprendida, no creí que me entendiera. 
  - ¿Ya se te ocurrió consultarles como volver? - volvió a interrogarme 
  - Sí - contesté 
  - Déjame adivinar, evadieron el tema y no te dieron respuesta alguna - me dijo
  Comprobé que no mentía, tenía razón. No sabía que hacer, tuve que salir rápido de allí, pues escuché a Lourdes llamándome, pero le prometí a Sabrina regresar por ella.
  - ¡Enseguida voy Lu! - le grité alegre 
  El aire era caliente, el suelo estaba húmedo, caminaba en puntas de pies tratando de no hacer ruido, Nacho y Lourdes dormían, sentía que las estrellas me miraban y la azulada luna me seguía. 
  - Creí que no volverías - dijo Sabrina mientras se ponía de pie 
  - Shhh, baja la voz, pueden escucharnos - le rezongué 
  - Lo siento - me dijo 
  - Bien, ¿qué hacemos? ¿A dónde vamos? - pregunté 
  - Quieres volver a tu antigua vida ¿verdad? - me susurró 
  - Más que nada - contesté 
  - Está bien, ¿ves ésto? - me dijo mientras abría la palma de su mano
  - Sí. ¿Qué tiene de especial? Es un simple trozo de papel viejo y desgastado - le dije 
  - Tiene mucho de especial, más de lo que te imaginas, lee lo que dice - me lo dio 
  "No importa donde te encuentres, siente menos y recuerda más, las cicatrices nunca sanan por completo pero todos tenemos un limitado infinito que conduce a la felicidad" se llegaba a leer
  - ¿Qué quiere decir? - le dije con atención a su respuesta
  - Que debemos seguir el infinito - me contestó 
  La miré detenidamente, no entendía nada y quedó en evidencia.
  - Tranquila, el infinito es corto - guiñó el ojo
  Subimos la escalera y cerramos la puerta. 
  Me sorprendí al ver que ya estaba amaneciendo, se veían ranas saltar entre los tronos de los árboles. 
  - Vamos - dijo Sabrina 
  Avanzamos unos pasos, hasta que una voz a nuestras espaldas hizo que mi corazón se acelerara. 
  - ¿A dónde crees que vas? - dijo 
  - Na-Nacho - contesté mientras daba la vuelta 
  Nacho nos miraba, estaba enojado, sus ojos no tenían nada más que ira. Miré a Sabrina, pero ésta ya no estaba, había desaparecido. 
  - ¿A dónde ibas? - volvió a preguntarme 
  - Yo... yo estaba dando una vuelta - le sonreí 
  Nacho se acercó y comenzó a caminar al rededor de mi lentamente, dio unas vueltas y se puso enfrente de mi. Me contempló unos segundos, escuchaba su respiración, clavó su vista en mis ojos. Transcurrieron unos minutos. 
  - ¡Mentirosa! - me gritó al mismo tiempo que me empujaba violentamente 
  Caí de espaldas al suelo, lo miré asustada, tenía mucha fuerza, más de la que conocía de él.
  "Se acabó, me descubrió" pensé. 
  De repente escuché un golpe, la expresión en el rostro de Nacho cambió, se volvió relajada y calmada, él terminó en el piso y parada detrás de el estaba Sabrina, en sus manos tenía un rastrillo. 
  - ¡Vamos! No estará por mucho tiempo inconsciente - me dijo mientras me ayudaba a levantarme 
  - Pero... ¿Estará bien? - dije viendo como su frente sangraba 
  - Lamentablemente sí, no le pegué con la suficientemente fuerza como para matarlo - me dijo de mala gana Sabrina
  Le sonreí y la miré. Comenzamos a correr por un camino, cuanto más me alejaba de la casa más me preguntaba si hacía lo correcto. 
  - ¿Qué era aquello del infinito? ¿Qué es? - pregunté rompiendo el silencio 
  - Estás caminando por él - me dijo
Miré hacia abajo. 
¿A dónde íbamos? ¿Qué buscaba? ¿Lourdes y Nacho nos encontrarían? ¿Podría volver a mi vida anterior? ¿Podía confiar en Sabrina? 

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